El gasto público en México es la principal herramienta para la aplicación de política pública. El gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales plasman en él los programas presupuestarios, con sus respectivas unidades responsables, mediante los cuales pretende lograr los objetivos de la política a implementar.
Cada año, durante la discusión del presupuesto federal existen cambios en las asignaciones presupuestarias a los diferentes programas que se encuentran en el
Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Incluso, dentro de la presentación del presupuesto y en la previa presentación de la estructura programática, se adicionan nuevos programas y se realizan cambios en los nombres de los mismos.
A pesar de que existe evidencia de que el gasto público es motor del crecimiento(1) para el caso mexicano esto no se ha reflejado. En la última década el gasto público neto ha tenido un crecimiento promedio anual del 3.6 por ciento en términos reales, mientras que el producto interno bruto (PIB) ha crecido en promedio 1.8 por ciento,
anualmente. Durante la última década el crecimiento del PIB ha tenido un comportamiento generalmente opuesto al crecimiento del gasto público. Por el
contrario, la gráfica siguiente muestra como el crecimiento del gasto público ha seguido el crecimiento del PIB.
Un factor importante del porqué el gasto público no ha funcionado como detonador del crecimiento económico se encuentra en las limitantes que se han introducido al gasto público. Los pueden ser de tres tipos (CEFP 2010) :
- Los recursos comprometidos de largo plazo y los destinados a grupos de alto poder público y político. Este monto ha concentrado, en promedio de los dos últimos años, 76.6 por ciento del total del gasto público. Estos programas también se conocen como irreductibles, pues su estructura sólo podrá ser modificada en el largo plazo mediante una planeación nacional integral y reformas estructurales.
- Las asignaciones que, por alguna legislación, se encuentran reguladas y no son modificables. Entre ellas se encuentran el presupuesto destinado al desarrollo social, a educación, al fondo de desastres naturales, a los programas sujetos a reglas de operación, entre otros. En esta categoría se ha concentrado el 17.5 por ciento del total del gasto público, en promedio del 2009 y 2010. Dado que esta categoría del gasto se encuentra comprometida por lineamientos normativos, el cambio de algunas leyes podrá introducir una mayor flexibilidad al mismo. Sin embargo, la formulación de acuerdos entre los distintos actores interesados en los rubros, que pueden ser afectados, podría ser una limitante para su modificación en el mediano plazo.
- Los otros programas para la administración pública. En esta categoría se engloban aquellos conceptos del gasto que apoyan al manejo de los recursos. Dada la naturaleza de los mismos, estos programas no se encuentran generalmente comprometidos para el mediano o largo plazo, por lo que pueden ser modificados y/o redistribuidos en el período inmediato. En los dos últimos años, en promedio, este tipo de recursos suman el 5.9 por ciento del gasto total.
Lo anterior es un reflejo de los cambios que se pueden esperar en la política nacional en el corto plazo. En otras palabras, dado que sólo el 5.9 por ciento del gasto público es reasignable en el corto plazo y que históricamente el gasto público no ha sido detonador del crecimiento económico, no se puede esperar que de un período anual a otro sucedan los cambios estructurales para la reactivación, de manera significativa, de la economía nacional.
Para que el gasto público pueda ser utilizado como una herramienta del crecimiento, será necesario revisar además de las limitantes mencionadas, la tendencia inercial que el gasto público ha seguido en los últimos años. Lo anterior podrá lograrse mediante la realización de acuerdos entre los involucrados en la elaboración del presupuesto y en la política nacional.