México es un país altamente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático. Internacionalmente, México tiene compromisos ambientales al estar suscrito al Acuerdo de Paris y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Clave para avanzar en estos compromisos es una transición energética que descarbonice al sector y lo haga más eficiente, pues 71% de las emisiones de GEI provienen del sector energético.
Sin embargo, la política energética actual, la cual impulsa un predominio de las Empresas Productivas del Estado en la generación de energía, avanza en sentido contrario a la consecución de estos objetivos, a la vez que genera ineficiencias y consume más presupuesto público. Además de ser contaminante, el sector presenta disminuciones continuas en su producción desde hace 15 años, y tasas de mejora en la eficiencia muy bajas. En 2018, 30% de la energía consumida en el país fue importada, y la mejora de su eficiencia fue de apenas 3.6% con respecto al año 2000.
El estado del sector energético evidencia la necesidad de una transición energética que pueda detener la emergencia climática a la vez que impulsa el crecimiento, hace frente a la desigualdad, y avanza hacia el logro de los ODS.
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