La salud mental es un pilar fundamental en la vida de cada persona y en el bienestar de la comunidad en su conjunto. En México, los recursos destinados a su atención siguen siendo insuficientes para cubrir las necesidades de la población. Actualmente, el presupuesto para la salud mental representa el 1.3 % del presupuesto total para salud, mientras que la sugerencia de la OMS para los países de ingresos medios es de 5 %. Además, el monto ejecutado en 2023 equivale a un recorte de 7.9 % respecto a 2016. La falta de recursos podría limitar no solo la disponibilidad de servicios, sino también su calidad, dejando a muchos centros de salud incapaces de brindar la atención adecuada. Invertir más y de manera mas eficiente en salud mental no es solo una cuestión de necesidad, sino una forma de fortalecer a la comunidad.
Este análisis se realizó con el apoyo de Jorge Alberto Pérez Guzmán, estudiante de la Licenciatura de Economía en el Colegio de México.
1 El bienestar incluye la salud mental
La salud mental se define como un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad […] (OMS, 2022a). En este sentido, la salud mental debe considerarse un derecho humano esencial.
En el país, el modelo de atención de la salud mental se ha centrado en tratar los trastornos mentales en su etapa más avanzada, mediante atención psiquiátrica, psicológica y recursos especializados (Méndez, 2023). Aumentar la inversión en prevención y tratamiento desde el primer nivel es esencial para reducir grandes costos a largo plazo.
La salud mental influye en varios rubros de la economía, como la productividad laboral, el crecimiento económico y la cohesión social. El ausentismo y el presentismo laboral reducen la productividad (Méndez, 2017), lo cual representa una carga financiera importante para el empleador, el individuo, y la economía en general. Además, una buena salud mental es fundamental para la cohesión social, ya que permite establecer y mantener relaciones interpersonales saludables dentro de una comunidad.
El objetivo de esta investigación es conocer la evolución del presupuesto público para la salud mental entre 2016 y 2024, así como su comparativa con referencias internacionales. Además, se agrega una mención a las propuestas del Programa Nacional de Salud Mental de la administración entrante.
2 Relevancia y efectos
La salud mental es uno de los factores clave que determinan la productividad y el bienestar de los trabajadores. Trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés no solo afectan el rendimiento de los trabajadores, sino también su calidad de vida (Karsten y Klaus, 2009).
2.1 Efectos en la salud
A nivel mundial, en 2019, el 27.2 % de las muertes por suicidio afectan a personas mayores de 60 años. Por otro lado, la OMS determinó que en jóvenes de 15 a 29 años, los trastornos mentales, como la depresión, son la principal causa de discapacidad (Amezcua, 2024). En México, desde 2006 los intentos de suicidio han aumentado más de 600 % para los jóvenes y de más del 200 % respecto a 2018, antes de la pandemia (Valdez, Villalobos, Arenas, Benjet, y Vázquez, 2023).
Las necesidades de salud mental varían según el grupo de edad y es fundamental ajustar la asignación de recursos públicos según estas diferencias. Para niños y adolescentes, la OMS recomienda programas escolares de aprendizaje socioemocional como la principal herramienta de prevención, especialmente en contextos de pobreza y violencia intrafamiliar. En el caso de los adultos mayores, el enfoque debe priorizar la creación de servicios comunitarios y redes de apoyo que prevengan el aislamiento social y fortalezcan la seguridad económica (OMS, 2022a).
2.2 Impacto laboral
El impacto de la salud mental en la productividad se refleja principalmente en el ausentismo y el presentismo. Ambos generan costos a nivel individual y a nivel colectivo, social, para la economía. Las pérdidas por presentismo son mayores que las pérdidas por ausentismo (Manatt Jones Global Strategies, 2016). Así mismo, las personas con trastornos mentales graves tienen hasta siete veces más probabilidad de estar desempleadas o ausentes del trabajo en comparación con quienes no padecen estos trastornos (Brouwers, E., 2020).
2.3 Costos económicos
En 2010, el costo mundial de los trastornos ascendía a 2.5 billones de dólares, cifra que se proyecta aumente a 6 billones para 2030 (Mnookin, Kleinman, Evans, y Marquez, 2016). La mayor parte de estos costos son indirectos, relacionados con la pérdida de la productividad y la reducción en la participación laboral debido a la discapacidad o muerte temprana de quienes lo padecen. Además, hay costos directos como la atención médica, psicológica o psiquiátrica, en el que los sistemas públicos de salud y el sector privado, a través de los empleadores, juegan un rol crucial.
3. Presupuesto para salud mental
Desde la pandemia por COVID-19, los trastornos mentales han empeorado en todo el mundo, tanto en prevalencia como en complejidad (OMS, 2022b). En México, 3 de cada 10 personas padecen algún trastorno mental a lo largo de su vida y, de ellos, 2 de cada 3 no recibe tratamiento (IMSS, 2023).
Entre 2016 y 2024 el presupuesto destinado a la salud mental en México ha representado entre el 1.3 % y 1.6 % del gasto total en salud, por debajo del 5 % recomendado por la OMS para los países de ingresos medios (Gilbert, Patel, Farmer, y Lu, 2015). Además, el monto ejecutado en 2023 es equivalente a un recorte de 7.9 % respecto del inicio del periodo de estudio.
3.1 Unidades responsables
Para 2024, el gasto aprobado para salud mental fue de 3 mil 819.4 mdp. De ese monto, alrededor del 62 % está destinado a la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (CONASAMA) creada en el 2023. El resto del presupuesto se distribuye entre el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz y los Centros de Integración Juvenil, A.C.
El Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz recibió un presupuesto de 527.5 mdp para 2024, lo cual representa un decremento real del 1.9 % respecto al presupuesto ejercido en 2023. Los Centros de Integración Juvenil, A.C., que tienen un papel clave en la prevención y tratamiento de adicciones, recibieron un presupuesto de 926 mdp, un aumento real del 1.5 % respecto a los 912.7 mdp ejercidos el año anterior. Por su parte, la CONASAMA, después de su consolidación en 2023, año en el que se ejer- ció un total de 1 mil 020 mdp para sus actividades, incrementó en más de 130 % su presupuesto, alcanzando los 2 mil 366 mdp.
3.2 Programas
Los programas con mayor presupuesto fueron Atención a la salud y Prevención y atención contra las adicciones. Entre ambos representan más del 85 % del total del presupuesto, en términos porcentuales sus incrementos fueron de 2.0 % y 6.2 %, respectivamente. Aunque con un menor presupuesto, los programas administrativos tuvieron aumento de entre 49.3 % y 69.5 %. Destaca también el aumento de 54.5 % en Prevención y control de enfermedades.
3.3 Brecha en inversión
Dado el nivel de inversión promedio de la región, el cual es- tá en 7.9 usd per cápita (Una nueva agenda para la salud men- tal en las Américas: Informe de la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y COVID-19, 2023), se requeriría destinar 9 mil 998.9 mdp para gasto en salud mental (Méndez, 2023), cifra por encima de los 3 mil 819.4 mdp que se asignaron en el PEF de 2024. México tendría que triplicar su gasto en salud mental para alcanzar los estándares regionales.
Además, en cuanto a recursos humanos, la OMS recomien- da que haya al menos un psiquiatra por cada 10,000 ha- bitantes. Sin embargo, en 2024, México cuenta con 0.36 psiquiatras por cada 10,000 habitantes, menos de la mitad de lo recomendando (Amezcua, 2024). Este déficit de especialistas es uno de los mayores desafíos que enfrenta el sistema de salud mexicano, ya que provoca una sobrecarga en los servicios de salud mental y, en consecuencia, afecta negativamente la calidad de los tratamientos que los pacientes puedan recibir.
4. Política de salud mental 2024-2030
El Proyecto de Nación 2024-2030 incluye el Programa Nacional de Salud Mental como una de sus iniciativas clave. Este programa tiene como objetivo consolidar un sistema de salud robusto e inclusivo, enfocado en la prevención y atención comunitaria. Se pretende que todos los ciudadanos tengan acceso a de atención a la salud mental, con especial atención a los grupos más vulnerables, como los jóvenes, los adultos mayores y las víctimas de violencia (Sheinbaum, 2023).
Un pilar fundamental del programa es la atención primaria en salud, que busca reemplazar el modelo tradicional basado en hospitales psiquiátricos por un enfoque preventivo. Además, se busca promover una cultura de salud y educación que destaque la importancia del autocuidado y la corresponsabilidad en el manejo de los trastornos mentales. Esto incluye la detección temprana de síntomas, lo cual es importante para prevenir que los problemas mentales empeoren.
Este enfoque preventivo se reflejará especialmente en las escuelas primarias públicas, donde se busca crear espacios que promuevan el bienestar integral de la niñez a través de la salud mental y física, con exámenes de salud. Así mismo, se pondrá un fuerte énfasis en la atención domiciliaria y comunitaria, integrando los servicios de salud directamente en las comunidades y en los hogares, lo cual facilita el acceso para los sectores más necesitados.
Los objetivos de la CONASAMA y del Programa Nacional de Salud Mental se alinean con las sugerencias de la OMS que propone una transformación en la atención a la salud mental para 2030, donde destaca la promoción del bienestar mental en las comunidades, entornos saludables en hogares, escuelas, lugares de trabajo y comunidades. También pretende fortalecer los sistemas de salud mental mediante un aumento de la inversión (OMS, 2022a).
5. Implicaciones de política pública
La salud mental es un pilar fundamental en la vida de cada persona y en el bienestar de una comunidad en su conjunto. Sin embargo, en México, a pesar de los esfuerzos realiza- dos, los recursos destinados a su atención siguen siendo insuficientes . En 2024, el presupuesto para salud mental representa el 1.3 % del presupuesto total para salud, mientras que la sugerencia internacional es 5 %. La falta de recursos podría limitar no solo la disponibilidad de servicios, sino también su calidad, dejando a muchos centros de salud sin la capacidad de brindar la atención adecuada.
Aumentar el presupuesto en salud mental no es solo una urgencia para cerrar la brecha de atención, sino también es una inversión estratégica. Durante la pandemia de 2020 las consultas de salud mental cayeron un 62 % (Silverio- Murillo, Velasco, de la Miyar, y Méndez, 2021), profundizando aún más esta crisis. A través de un enfoque preventivo y una red de servicios comunitarios, el país puede evitar los elevados costos económicos y sociales que acompañan a los trastornos mentales si no se tratan a tiempo.
Es igualmente importante que los sectores de salud, educación y trabajo unan fuerzas de forma intersectorial, para crear una red de apoyo que acompañe a las personas en cada etapa de su vida, desde la prevención y la intervención temprana hasta el soporte continuo. Invertir más y de manera mas eficiente en salud mental no es solo una cuestión de necesidad, sino una forma de fortalecer a la comunidad y la economía en su conjunto. Es vital que el cuidado de la salud mental se convierta en una realidad accesible y prioritaria para todos.
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