En México, el gasto público en educación no garantiza mejores condiciones económicas y sociales; pues está asociado con una asignación desigual del presupuesto. El gasto privado es un privilegio de los hogares más ricos y varía por condición socioeconómica y edad. Esto amplifica las desigualdades que no son atendidas desde el sector público. Aunque el gasto público para EB beneficia en mayor proporción a las familias más pobres, el gasto para la educación de la primera infancia es insuficiente y el gasto para ES y Posgrado beneficia en mayor proporción a los hogares más ricos. Esta tendencia no cambia con la aprobación del Paquete Económico 2023.
1 Baja inversión educativa
La educación es un derecho humano; un factor clave del desarrollo; y uno de los instrumentos más eficaces para garantizar la igualdad de oportunidades, reducir la pobreza y promover el empleo, los ingresos y la salud (BM 2022). La educación de calidad permite alcanzar dichos efectos benéficos, y para ello, se requiere contar con los recursos adecuados y utilizarlos de manera eficiente (INEE 2014).
El financiamiento público para educación es una herramienta política fundamental, que beneficia principalmente a los estudiantes con condiciones socioeconómicas más bajas. En tanto que la inversión educativa privada que realizan los hogares varía por condición socioeconómica, nivel educativo y grupo etario (BID 2020; Reyes, M. 2005).
Esta investigación tiene como objetivo analizar cuánto y en qué nivel educativo gastaron las y los mexicanas, y la complementariedad del gasto público y privado durante 2020. El análisis se presenta por decil de ingresos y ciclo de vida.
2 Inversión educativa: desigual e inequitativa
En 2020, el gasto en educación ascendió a un billón 51 mil millones de pesos (mdp); 75.7% fue gasto público y 24.3% gasto privado. La inversión educativa total alcanzó 4.5% del PIB, mientras que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) destinan en promedio 4.9% de su PIB, y de esta inversión, el 83.7% corresponde a financiamiento público (OCDE 2021). En México, la proporción del gasto privado es 1.5 veces lo que destinan los países de la OCDE1.
2.1 Inversión educativa pública
El gasto público para educación sumó 795 mil 716 mdp; 69.8% de este gasto benefició a 21.9 millones de estudiantes de los primeros cinco deciles de ingreso. El gasto en Educación Básica (EB) es progresivo; 54.9% se concentró en los primeros tres deciles. Mientras que el gasto para Educación Superior (ES) es regresivo; el decil I concentró 5.6% del gasto de ES, contra 11.3% y 6.3% del decil IX y X. Además, 33.4% del gasto para Posgrado fue para el decil X.
Por su parte, el 77.2% del gasto público para Educación Media Superior (EMS) se concentró en los primeros seis deciles de ingreso (Figura 1). La ENIGH reportó 5.0 millones de estudiantes en este nivel, esto es, 478 mil estudiantes más de lo reportado por la SEP; este gasto no evitó la deserción escolar durante la pandemia, que afectó principalmente a los estudiantes en hogares cuyo jefe del hogar perdió su empleo o que se encontraban en condiciones de mayor vulnerabilidad (BID 2022b). Por último, el gasto en educación para adultos benefició a 393 mil personas mayores de 15 años; 55.8% forman parte de los primeros tres deciles de ingreso. No obstante, el gasto por alumno es la mitad de lo que recibe en promedio un estudiante de EB.
2.1.1 Desarrollo en la primera infancia
Por otra parte, no se destinan recursos públicos suficientes para el desarrollo de la primera infancia. El monto para educación inicial representó 0.08% del gasto total. El gasto público no funciona como un instrumento eficaz para que la primera infancia tengan acceso a educación, lo que limita los retornos de invertir más tarde en la vida, y que la educación garantice igualdad de oportunidades para los hogares más pobres.
2.2 Inversión educativa privada
El gasto privado puede destinarse a clases particulares que complementan el financiamiento público o a compensar la falta de acceso y la menor calidad de las escuelas públicas (BID 2017). En 2020, el gasto privado de los hogares representó 1.1% del PIB; sin embargo, este gasto depende de la condición socioeconómica, ya que 53.1% de este gasto se concentra en los tres deciles de mayor ingreso, en específico, 25.9% del gasto correspondió al decil X (Figura 1).
El gasto privado en educación representó entre 3.9% y 7.5% del gasto monetario total. Únicamente los hogares de mayores ingresos pueden acceder a este privilegio, ya que el gasto monetario promedio anual alcanza una diferencia de $246,880 pesos. No obstante, las condiciones económicas adversas afectan en mayor medida al gasto educativo privado (INEE 2014). La crisis de la pandemia por Covid-19 desplazó el gasto educativo; este pasó de representar 8.6% del gasto monetario total en 2018 a 6.0% en 2020.
En 2020, 82.5% del gasto privado se realizó a nivel persona y 17.5% a nivel hogar. Por un lado, 32.7% se destinó a educación profesional a nivel persona, 15.5% a EMS, 15.3% a primaria y, el 19.0% restante se destina a Preescolar, Secundaria, Posgrado, Técnica y enseñanza adicional. Con excepción del primer decil, la principal erogación corresponde a educación profesional. Por otro lado, la distribución del gasto a nivel hogar se destinó principalmente a la compra de libros (5.4%); gastos recurrentes2 (2.5%); enseñanza adicional (2.4%) y; a pagos imprevistos3 (2.3%). Los hogares del decil X destinaron 2 mil 872 mdp a la compra de libros, esto es 5.2 veces más de lo que destinó el primer decil (Cuadro 1).
Para el gasto a nivel persona, se calcula el gasto promedio en educación por edad. Este gasto varía por condición socioeconómica y edad (Figura 2). Con excepción del decil VII y IX, el gasto promedio más alto se alcanza en el rango de 15 a 20 años. Por ejemplo, a nivel nacional una persona de 20 años gastó en promedio $6,982 pesos en educación, mientras que una persona de la misma edad en el decil I y X gastó $1,174 y $48,374 pesos, respectivamente. Después de los 25 años, el gasto educativo de las personas del decil I y II llega a ser nulo o alcanza hasta $276 pesos. En comparación, las personas del decil X destinaron hasta $7,995 pesos.
2.2.1 Desarrollo en la primera infancia
Las personas de los deciles más altos de la distribución destinan recursos para educación a lo largo de toda su vida y no solo durante la edad típica para estudiar. También son estos deciles los que tienen las posibilidades de invertir en el desarrollo de la primera infancia. La primera infancia del decil X gastó $18,158 pesos, esto es 100 veces mayor de lo que se destinó en el primer decil4 (Figura 2).
Del gasto educativo agregado a nivel hogar, los hogares del decil X destinaron para estancias infantiles y para el cuidado de la niñez mil 175 mdp, mientras que el primer decil destinó solamente 9 mdp (Cuadro 1). Las diferencias en el gasto para el desarrollo de la primera infancia amplifican las brechas de desarrollo cognitivo y de lenguaje entre niñas y niños en hogares más y menos vulnerables, que repercuten durante todo el ciclo de vida.
3 Implicaciones de política pública
En México, la distribución del gasto público no responde a criterios de equidad. Los hogares con mayores ingresos destinan una mayor proporción de sus recursos a la educación para compensar la falta de acceso y la menor calidad de la educación pública. Igualmente, invierten en el desarrollo de habilidades a lo largo de todo su ciclo de vida.
El gasto público para EB beneficia en mayor proporción a los hogares con menores ingresos, y el gasto para ES y Posgrado beneficia a los hogares más ricos. El acceso a este nivel educativo está vinculado con incrementos en la productividad y en los salarios de los trabajadores. Por lo que debe ampliarse el acceso de la población de menores ingresos a la EMS y ES.
Asimismo, únicamente la primera infancia de hogares con mayores ingresos tiene acceso a educación temprana mediante el gasto educativo privado; este gasto puede llegar a ser 100 veces mayor de lo que se destina en los hogares más pobres, mientras que el gasto público es nulo. La inversión en el desarrollo de la primera infancia permite desarrollar capacidades y habilidades desde los primeros años de vida y disminuir las desigualdades (BID 2019).
Para 2023, el gasto público para educación representaría 3.24 puntos del PIB, se encuentra por debajo de los niveles de prepandemia, de 3.84 puntos del PIB, y al menos, 0.76 puntos del PIB por debajo de la recomendación del BID de entre 4.0 y 6.0% del PIB (BID 2022a). No obstante, al igual que en 2020, el gasto no responde a criterios de equidad, por lo que la educación pública se ve limitada para igualar oportunidades para los hogares con condiciones socioeconómicas más bajas.
- En el ciclo escolar 2020 – 2021, la matrícula de control administrativo privado disminuyó en 711 mil estudiantes respecto al ciclo 2019 – 2020 (SEP 2022).↩︎
- Incluye gastos como credenciales, seguro médico, seguro de vida y cuotas a padres de familia.↩︎
- Incluye el pago de derecho de examen, examen extraordinario, cursos de regularización y titulación.↩︎
- Este gasto promedio corresponde al gasto de una niña o niño de 3 años.↩︎