De acuerdo a la ENIGH 2012[1], el 49.5% de los jóvenes de 15 a 22 años de edad reportaron no asistir a la escuela. Si bien, la cobertura del nivel medio superior y superior fue de 68.5% y 27.6% respectivamente, el porcentaje de jóvenes que estudió el nivel correspondiente a su edad[2] (porcentaje conocido como tasa de cobertura neta[3]) fue de 52.2% para educación media superior y 20.0% para superior. De los jóvenes de 15 a 22 años que no asistieron a la escuela, 52 de cada 100 se identificaron como pobres[4] y 35.8% de todos los que no estudian, tampoco tenían un empleo formal. Con respecto al grupo de jóvenes que sí asistieron a la escuela, 38 de cada 100 alumnos son pobres.
La población objetivo en la educación media superior y superior es la población de 15 a 17 años de edad y de 18 a 22 años de edad, respectivamente. En términos de desigualdad de ingresos, 59.5% de los jóvenes (15 a 17 años) que no estaban matriculados se concentró en el 50% más pobre. Para el grupo de jóvenes de 18 a 22 años, es diferente, el 59.0% está representado por jóvenes que pertenecen a los deciles centrales (del 4to al 8vo decil) (Ver figura 1).
En este boletín se busca entender la relación entre desigualdad en ingresos y desigualdad en acceso a la educación para los jóvenes de 15 a 22 años de edad, partiendo de 1) el porcentaje de los jóvenes no matriculados en ninguna institución educativa distribuidos a cada nivel de su ingreso 2) identificar, por deciles, qué proporción de los no matriculados tiene un empleo formal y qué proporción no estudia ni trabaja y 3) Mostrar las carencias de los jóvenes y el porcentaje de los que recibieron incentivos monetarios para seguir estudiando.
Inasistencia escolar vs matriculación en edad idónea desde una perspectiva de desigualdad de ingresos
Jóvenes de 15 a 17 años de edad
Fueron 1.9 jóvenes sin asistir a la escuela (28.9% de la población objetivo de educación media superior). Si distribuimos los 1.9 millones de jóvenes de acuerdo a su nivel de ingreso, el mayor número de estos jóvenes (259,607 de 1.9 millones) no matriculados se concentra en el 10% de la población más pobre.
Los 259,607 jóvenes que se concentra en el decil más pobre equivale a la población agregada de 15 a 17 años que tienen 5 entidades (Tlaxcala, Nayarit, Campeche, Baja California, y Colima). Bajo este escenario, todos los jóvenes de 15 a 17 años de edad que habitarán en Tlaxcala serían pobres y no asistirían a la escuela.
La matriculación en edad idónea fue de 3.5 millones de jóvenes y el mayor porcentaje de matriculados (60.3%) se concentra en los deciles de ingreso mediano (Ver figura 2). La diferencia entre el número de jóvenes matriculados en edad idónea de la población más pobre y el número de jóvenes matriculados en edad idónea de la más rica es de -0.28%. y hace referencia a que los jóvenes que viven en los hogares más pobres tienen menos oportunidad de matricularse en la edad idónea que los jóvenes de los hogares más ricos.
Jóvenes de 18 a 22 años de edad
De los 10.9 millones dentro de este rango de edad, más de la mitad no recibieron educación de ningún tipo (62.4%). El 59.6% de los no matriculados se concentra en los deciles centrales (Ver figura 1 y anexos). En lo que respecta a los matriculados en edad idónea para cursar el nivel superior, 20 de cada 100 pudo hacerlo en una escuela pública. La tasa de cobertura neta va aumentando conforme el ingreso aumenta (Ver figura 1), es decir, los jóvenes de hogares ricos tienen más oportunidad de cursar su carrera profesional en la edad que les corresponde, que los jóvenes de hogares pobres.
Carencias e incentivos para seguir estudiando
El 35.2% de los jóvenes abandonó la escuela por falta de dinero o tenía que trabajar (15-17 años de edad).[5] El no asistir a la escuela es una carencia al derecho a la educación; sin embargo, los jóvenes pueden tener otro tipo de carencias como son alimentación, vivienda de calidad, salud y seguridad social. El no acceso a la seguridad social es la que se presenta en la mayoría de los jóvenes. Son 90 de cada 100 jóvenes no matriculados que no tienen acceso a ella.
Las becas son incentivos para que los jóvenes no cambien la escuela por un salario (INEE,2013). El 10.7% de los que asistieron a la escuela reportó recibir beca y de ese 10.7%, la mitad representa a jóvenes de 15 a 17 años. El PROSPERA Programa de Inclusión Social fue el principal proveedor de becas, de alumnos que recibieron una beca (1.2 millones de jóvenes), el 59.5% especificó recibirla por parte del programa.
La informalidad en los jóvenes que no estudian
De los 8.7 millones de jóvenes sin estudiar, el 35.8% tampoco reportó tener un empleo formal, 77 de cada 100 jóvenes sin estudiar y sin tener un empleo formal; tenían entre 18 y 22 años de edad (Ver figura 2). La cantidad de jóvenes más pobres de 15 a 17 años que no estudian y tampoco son parte de la PEA es mayor que la cantidad de jóvenes que tienen un empleo formal. Esto puede deberse a que a esta edad, los jóvenes no tienen el nivel educativo que la mayoría de los empleadores demandan y por ello, deciden tomar un empleo en el sector informal.
En el grupo de 18 a 22 años, tomar un empleo formal es la causa por la que la mayoría de los jóvenes en hogares con ingresos medianos deciden abandonar la escuela. Esto no sucede en los deciles más pobres, pues, en cada decil, la mitad de sus jóvenes no matriculados no trabaja ni tiene un empleo formal (Ver figura 2).
Tabasco (22.5%), Guerrero (27.4%), Nuevo León (21.0%) son los estados que tienen la mayor proporción de ninis con respecto a su población de jóvenes (entre 15 y 22 años) (Ver anexos). Sonora y Sinaloa están dentro de los primeros cinco lugares con tasas de cobertura neta, es decir, que tienen el mayor número de jóvenes matriculados en edad de estudiar el nivel medio y superior. El Distrito Federal tiene el tercer lugar de las entidades que alcanzaron las tasas más altas de cobertura, donde 30 de cada 100 jóvenes logran estudiar el nivel profesional entre los 18 y 22 años cumplidos.
Conclusiones
El presupuesto público que se destina a educación media y superior es de 206,258.08 millones de pesos, para atender 17.7 millones de jóvenes. De ese total, el 32.3% de ellos logra estudiar el nivel que le corresponde de acuerdo a su edad. Este porcentaje nos habla de cómo está la eficiencia del Sistema de Educación Pública para atender su población objetivo. Son alrededor de 50 por cada 100 jóvenes (15 a 22 años) sin asistir a la escuela y el 35.8% de ellos tampoco trabaja o tiene un empleo formal. De los jóvenes sin estudiar de 15 a 17 años, el número de no matriculados aumentan conforme disminuye el ingreso. Por otra parte, en los hogares con ingreso mediano se concentran el mayor número de los jóvenes no matriculados entre 18 y 22 años.
Las becas que el gobierno otorga son la principal razón para que más jóvenes de 15 a 17 años decidan estudiar. 4 de cada 10 jóvenes entre 15 y 17 años tiene beca, mientras que, sólo 1 de cada 10, entre 18 y 22 años de edad, recibe un incentivo monetario para seguir estudiando su carrera profesional. Estudiar la universidad a la edad que debiera es un privilegio, de los 20 de 100 que logran matricularse entre 18 y 22 años, son 3 jóvenes los que pertenecen a la población más pobre contra 15 que viven en los hogares más ricos. Para poder incrementar esta cifra, es necesario tener un gasto público focalizado que cubra las necesidades y genere incentivos para que la población objetivo del Sistema de Educación Pública continúe estudiando. Esto se logra entendido las características y diferencias socioeconómicas de cada grupo poblacional (cobertura, no matriculados, matriculados con edad idónea).
Anexos